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Durán había averiguado que hay un convenio internacional que impide que los países se declaren dueños de los planetas, pero dicho documento no involucra a particulares ni a los satélites naturales ni, evidentemente, al Sol. Por lo mismo, un americano había escriturado casi todos los planetas y la Luna a su nombre, pero no se le ocurrió hacerse de la propiedad de nuestra estrella.
De acuerdo con el Ministerio de Industria español, Durán está dispuesta a hacerle un obsequio a su nación: “cedería el 50% de sus eventuales ingresos a los Presupuestos Generales del Estado; otro 20% para financiar las pensiones mínimas; un 10% más para dedicar a investigación y sanidad, y otro 10% para ayudar a erradicar el hambre”.
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