Es una actividad del organismo que precisa de la conjunción de múltiples
factores entre los que destaca una adecuada agudeza visual. Sin embargo, si en
la interrelación de todas las funciones involucradas en el acto de ver, una o
varias fallan, la agudeza visual podrá ser normal pero la visión no será
confortable. Estos síntomas se conocen con el nombre de Astenopía.
Las
condiciones de vida del hombre moderno han modificado sustancialmente los
requerimientos visuales del individuo en un lapso tan breve que el sistema
visual no ha podido evolucionar al ritmo que se han modificado las demandas. El
hombre actual ha reducido paulatinamente su entorno visual. Si analizamos
nuestra vida diaria veremos que en la mayoría de las actividades nuestras necesidades
visuales se reducen a un entorno de sólo unos cuantos metros. Las horas pasadas
en el interior de una casa, de una oficina o de una fábrica, los reducidos
sitios de esparcimiento son sólo algunos ejemplos que nos señalan que, para la
mayoría de los humanos, la visión se desenvuelve fundamentalmente en un espacio
de unos cuantos metros. Si a ello agregamos el uso cada vez más frecuente de
iluminación artificial, el incremento en las actividades que implican una
visión fina (como son la lectura, la escritura, y en los últimos tiempos el
empleo generalizado de las pantallas VGA), la tensión propia de la vida moderna
y la contaminación ambiental creciente, entre muchos otros factores, no es
extraño que, aun con una agudeza visual óptima, sean numerosos los individuos
cuya visión no sea lo confortable que debiera.
Las
manifestaciones de la astenopía son características. El esfuerzo sostenido por
mantener una visión lo más adecuada posible no puede mantenerse en forma
constante por lo que, al ceder, el individuo experimenta una disminución en su
visión o una confusión visual que si bien son transitorias no por ello pasan
inadvertidas. El cansancio ocular, producto de un esfuerzo muscular sostenido,
puede evolucionar a dolor ocular e incluso dolor de cabeza que no en pocas
ocasiones se acompaña de mareos de intensidad variable. El enrojecimiento
ocular y el lagrimeo son acompañantes obligados de estos trastornos.
Para
entender mejor la astenopía analicemos brevemente algunas de sus principales
causas.
Factores
oculares en la astenopía
Destaca
por su importancia la presencia de una ametropía. Si la agudeza visual es
deficiente, el individuo, al esforzarse constantemente por mejorar su visión,
caerá en la astenopía.
La
corrección óptica de la ametropía no es garantía para evitarla, ya que ésta
puede ser inadecuada. Una graduación óptica impropia puede ser la causa de una
astenopía o agravar una ya existente. Lo limitado del entorno visual hace de la
acomodación una función imprescindible en la vida moderna, por lo que cualquier
trastorno en esta función será igualmente motivo de astenopía. Acomodar implica
igualmente converger. Acerquemos un objeto a nuestros ojos y veremos como éstos
deben converger para seguir observándolo. Si la convergencia es deficiente o
francamente inadecuada, aun en presencia de visión y acomodación normales, la
astenopía estará presente. Para obtener una adecuada visión binocular, el
cerebro tiene que recibir las imágenes proporcionadas por ambos ojos con un
mínimo de semejanza en cuanto a tamaño y forma. Si existe alguna anomalía en el
sistema muscular que controla los movimientos oculares, es posible que ambos
ojos no se coordinen adecuadamente, dificultando que lleguen al cerebro
imágenes lo suficientemente semejantes.
El
esfuerzo por parte del sistema muscular ocular en el mantenimiento de la
coordinación binocular para obtener una buena fijación sobre el objeto que se
mira, puede provocar la aparición de Astenopías. Además, el sistema muscular de
control de los movimientos oculares y el sistema acomodativo están
relacionados, de forma que la alteración de uno de ellos afectará al
otro.
Brevemente
enunciadas, todas estas situaciones que son ajenas propiamente a la agudeza
visual del individuo, se convierten en factores prioritarios en el desarrollo
de una astenopía. Pero existen además, otros factores. Un individuo con visión
normal o con ametropía que ha sido corregida en forma adecuada y que carece de
trastornos en la motilidad ocular y en la acomodación puede igualmente presentar
astenopía. Ello se debe a que en la génesis de este trastorno intervienen
igualmente otros factores como son el tamaño del objeto, su contraste o la
luminosidad, que hacen que el objeto sea fácil o difícilmente visible.
La
cantidad de luz requerida dependerá esencialmente de las necesidades
particulares de la actividad y de los individuos que la desempeñan. Numerosos
estudios se han llevado a cabo para determinar la iluminación óptima requerida
en diferentes actividades, ya que una iluminación defectuosa o excesiva redunda
invariablemente en astenopía. Es evidente que dentro de una casa las
necesidades de iluminación en la cocina, la estancia, el estudio o la sala de
baño son distintas, y que en una escuela los requerimientos de iluminación son
mayores que en un restaurante.
La
calidad de la iluminación, es decir el tipo de luz, es asimismo un factor
determinante en el bienestar visual. La luz natural es sin duda alguna la mejor
fuente de iluminación, ya que además de ser la que mejor reproduce los colores
de los objetos, es el tipo de luz para la que el sistema visual humano presenta
una mayor sensibilidad. La iluminación artificial que más se parece a la
iluminación natural es la de incandescencia, proporcionada por las clásicas
bombillas de filamento de tungsteno y por las lámparas halógenas. Es además una
fuente luz de espectro continuo y no sufre fluctuaciones. La luz
fluorescente no da un espectro de iluminación continuo y presenta
fluctuaciones, por lo que con frecuencia induce cansancio visual. En todos los
casos deberá tenerse especial cuidado en la colocación y distribución de la
fuente de luz, que nunca deberá incidir directamente sobre los ojos del
usuario, ni crear sombras o reflejos.
Además
de estos factores ambientales existen otros factores individuales, relacionados
con la salud del sujeto que pueden aumentar las astenopías.
Es
de todos sabido que un sujeto debilitado, cualquiera que sea el motivo, tiene
dificultad para llevar a cabo actividades que en condiciones normales podría
ejecutar sin esfuerzo alguno. De igual forma, tensiones y trastornos
emocionales hacen que el funcionamiento normal del individuo se vea afectado en
mayor o menor grado. Debilidad física y trastornos psicológicos pueden ser
también fuentes de astenopía.
En
resumen, podemos decir que la astenopia es un trastorno que se presenta con
creciente frecuencia debido a los requerimientos visuales de la vida moderna y
que, si bien las ametropías son causa habitual, existen muchos otros factores
que intervienen en su génesis que poco o nada tienen que ver con las
ametropías.
La
adecuada corrección de una miopía o de un astigmatismo, por ejemplo, puede
hacer que disminuya o desaparezca una astenopia, pero si en su origen
intervienen otros factores tales como iluminación incorrecta y trastornos en la
motilidad ocular, la corrección de la ametropía no producirá una mejoría en la
astenopia. Cuando un paciente nos informe de síntomas astenópicos será
necesario un estudio en profundida tanto de sus defectos refractivos como de
sus sistemas de acomodación, convergencia. En definitiva es necesario
establecer con la mayor exactitud posible la eficacia del sistema visual del
paciente.
Una
vez determinada la existencia de alguna anomalía en el funcionamiento y
eficacia visual del sistema ocular, podremos aconsejar el inicio de un
tratamiento de entrenamiento visual que en la mayoría de los casos es efectivo
para la recuperación de las habilidades visuales necesarias para un correcto
funcionamiento del sistema visual y el fin de los síntomas astenópicos.
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